Al escuchar el portazo de su vecino y su caminar por el pasillo, pensó "será una noche tranquila sin peleas conyugales a los gritos" y que después de mucho meses, podría dormir tranquilo.
Pero no, a los pocos minutos la bestia volvió aun con más fuerza, dejándolo sin la posibilidad de quedarse de brazos cruzados, por lo tanto tuvo que actuar, entonces se levantó de la cama, camino hasta la puerta y al abrirla intento calmar al poco caballeroso hombre, palabras más, palabras menos, al darse cuenta que no lo estaba logrando, tímidamente quiso dar unos pasos hacia atrás, pero al mínimo movimiento de sus pies, sintió como los lapices de colores, salieron disparados desde su escritorio como si fueran un enjambre de abejas, surcando el pasillo para finalmente dibujar coloridas flores alrededor del hombre, lo que terminaría en plenas carcajadas, cuantos todos los habitantes del piso frente a tan terrible escandalo salieron a ver que sucedía.
Pasaron los días y con la mente más calma, analizando la situación, el tímido Patricio se dio cuenta que con la electricidad de sus pensamientos había movilizado a los lápices.
